viernes, 21 de diciembre de 2012

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Un viaje inesperado…


Quería  agradecerle a mi anfitrión su hospitalidad, y desearle un regreso tranquilo a España el día del fin del mundo jejeje.
Un viaje al país del los quesos, el vino, perro-sin flautas ocios y la conducción temeraria.

El viaje comenzó en el intercambiador de av. De América, tras preguntar repetidas veces al personal de la empresa de autobuses, nadie conocía el momento ni el lugar al que tendría que llegar mi autobús…y tras veinte minutos de retraso apareció. Menos mal que un chofer que me vio preguntarle a sus incompetentes compañeros de trabajo me señaló que era ese que acaba de entrar.

El largo viaje no fue tan largo como pueda parecer. Entre dos películas, un par de siestas y los pilares de la tierra se fue sin darme cuenta. Pero podía haber sido más interesante si alguna de las seis francesas macizas se hubiese puesto a mi lado en vez de la fea pero simpática chica de Rennes.

A mi llegada Sandalio estaba esperándome en la parada y tranquilamente nos fuimos a dejar las cosas en su casa antes de dar una vuelta por la isla. Había cosas que ya no empezaban a encajar como los locos al volante que en cuanto te veían acercarte al paso de cebra aceleraban como si hubiese un semáforo en ámbar…gabachos. Ni en Malta pase tanto miedo con los coches.

Tras pasar la mañana viendo la isla, unos antiguos astilleros de los que ya no queda prácticamente nada, me di cuenta de otra cosa muy rara, la arquitectura de Nantes que tanto le gustaba a Sandalio. Edificios muy extraños con extrañas fachadas que solo un arquitecto podía entender… (Ahora por culpa de Sandalio las fachadas de ladrillo de Madrid me parecen feas y viejas).

En los días siguientes nos dedicamos a ver Nantes y sus alrededores. El centro con sus puestos de navidad, la fnac, las casas torcidas, las iglesias, las calles de tiendas, la tienda de quesos, el rascacielos en el que estaba la red wifi en la que me conectaba desde Asia (todo un misterio).

Otra cosa que me llamo la atención fue la cantidad de yonquis guarros y gentuza con crestas pantalones militares y cazadoras de cuero que estaban pidiendo en la calle con un perro… En Francia tienen un concepto distinto de esa gentuza, sin domicilio fijo, y mientras demuestren que tienen perro el estado les da dinero para la manutención del pobre animal, condenado a pasar frío mientras sus amos se dedican fumar porros… Da gusto ver a dónde va el dinero de sus impuestos, solo a un franchute se le ocurre pagar a alguien por no hacer nada.

Lo que también me llamó la atención fue, por supuesto, las francesas jejeje, muy guapas, siempre arregladas y con tacones a todas partes (excepto las que tenían novio, que iban muy descuidadas, asique creo que eso es igual en todo el mundo ; )

Las zonas verdes las tenían muy cuidadas tanto el jardín zen como el jardín botánico me gustaron bastante. En este ultimo pude dar de comer a unas cabritas mientras me mordían chupaban e intentaban subírseme encima, todo un panorama…

Una tarde fuimos al castillo de Nantes, este se encuentra muy bien conservado y es un buen lugar para dar una vuelta. También fuimos a la antigua fábrica de LU ahora es un lugar “alternativo” para artistas de todo tipo, me dio mucha envidia por que algo así en España no se puede tener sin que se politizase, una pena.
No llegué a entender el motivo por el cual nadie hablaba inglés… en Malta me pude entender gracias al inglés, al igual que en Bélgica, Alemania, Suecia, Austria, Italia, el Líbano, …nistan, pero en Francia sólo lo hablan los encargados del Mc donalds…
Cuando me quise dar cuenta ya me tenía que volver, pero para Sandalio no será lo mismo, el irse a clase y verme tirado en el suelo, y volver y yo seguir en el mismo sitio. Y no se lo creía… Espero que me recuerde como el mejor y único compañero de piso que tuvo.

Increíblemente redactado por Okapy.


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