Quería agradecerle a
mi anfitrión su hospitalidad, y desearle un regreso tranquilo a España el día
del fin del mundo jejeje.
Un viaje al país del los quesos, el vino, perro-sin flautas
ocios y la conducción temeraria.
El viaje comenzó en el intercambiador de av. De América,
tras preguntar repetidas veces al personal de la empresa de autobuses, nadie
conocía el momento ni el lugar al que tendría que llegar mi autobús…y tras
veinte minutos de retraso apareció. Menos mal que un chofer que me vio
preguntarle a sus incompetentes compañeros de trabajo me señaló que era ese que
acaba de entrar.
El largo viaje no fue tan largo como pueda parecer. Entre
dos películas, un par de siestas y los pilares de la tierra se fue sin darme
cuenta. Pero podía haber sido más interesante si alguna de las seis francesas
macizas se hubiese puesto a mi lado en vez de la fea pero simpática chica de
Rennes.
A mi llegada Sandalio estaba esperándome en la parada y
tranquilamente nos fuimos a dejar las cosas en su casa antes de dar una vuelta
por la isla. Había cosas que ya no empezaban a encajar como los locos al
volante que en cuanto te veían acercarte al paso de cebra aceleraban como si
hubiese un semáforo en ámbar…gabachos. Ni en Malta pase tanto miedo con los
coches.
Tras pasar la mañana viendo la isla, unos antiguos
astilleros de los que ya no queda prácticamente nada, me di cuenta de otra cosa
muy rara, la arquitectura de Nantes que tanto le gustaba a Sandalio. Edificios
muy extraños con extrañas fachadas que solo un arquitecto podía entender…
(Ahora por culpa de Sandalio las fachadas de ladrillo de Madrid me parecen feas
y viejas).
En los días siguientes nos dedicamos a ver Nantes y sus
alrededores. El centro con sus puestos de navidad, la fnac, las casas torcidas,
las iglesias, las calles de tiendas, la tienda de quesos, el rascacielos en el
que estaba la red wifi en la que me conectaba desde Asia (todo un misterio).
Otra cosa que me llamo la atención fue la cantidad de
yonquis guarros y gentuza con crestas pantalones militares y cazadoras de cuero
que estaban pidiendo en la calle con un perro… En Francia tienen un concepto
distinto de esa gentuza, sin domicilio fijo, y mientras demuestren que tienen
perro el estado les da dinero para la manutención del pobre animal, condenado a
pasar frío mientras sus amos se dedican fumar porros… Da gusto ver a dónde va
el dinero de sus impuestos, solo a un franchute se le ocurre pagar a alguien
por no hacer nada.
Lo que también me llamó la atención fue, por supuesto, las
francesas jejeje, muy guapas, siempre arregladas y con tacones a todas partes
(excepto las que tenían novio, que iban muy descuidadas, asique creo que eso es
igual en todo el mundo ; )
Las zonas verdes las tenían muy cuidadas tanto el jardín zen
como el jardín botánico me gustaron bastante. En este ultimo pude dar de comer
a unas cabritas mientras me mordían chupaban e intentaban subírseme encima,
todo un panorama…
Una tarde fuimos al castillo de Nantes, este se encuentra
muy bien conservado y es un buen lugar para dar una vuelta. También fuimos a la
antigua fábrica de LU ahora es un lugar “alternativo” para artistas de todo
tipo, me dio mucha envidia por que algo así en España no se puede tener sin que
se politizase, una pena.
No llegué a entender el motivo por el cual nadie hablaba
inglés… en Malta me pude entender gracias al inglés, al igual que en Bélgica,
Alemania, Suecia, Austria, Italia, el Líbano, …nistan, pero en Francia sólo lo
hablan los encargados del Mc donalds…
Cuando me quise dar cuenta ya me tenía que volver, pero para
Sandalio no será lo mismo, el irse a clase y verme tirado en el suelo, y volver
y yo seguir en el mismo sitio. Y no se lo creía… Espero que me recuerde como el
mejor y único compañero de piso que tuvo.
Increíblemente redactado por Okapy.
jajajaja viva la arquitectura y muerte al ladrillo!!
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