domingo, 10 de enero de 2016

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Hasta el año que viene

Anoche fue la despedida de McGatos hasta el año que viene o cuando vuelva a pasarse por aquí y avise.

Todo empezó con Sancho llegando tarde, y Ross esperando fuera en una noche oscura con el frío y lluvioso invierno como única compañía. Cuando por fin entramos todos en la casa de las tertulias (me niego a llamarla de otra manera) empezamos nuestra particular cena con tortilla de patatas casera, jamón cortado y patatas jamón jamón, que era todo una redundancia si. Hay que agradecer a la madre de McGatos su hospitalidad ya que nos cedió amablemente su parte de la tortilla de patata aún sin saber que lo estaba haciendo; para que luego digan que no queda generosidad en el mundo.

También cenamos unas pizzas, y lo mejor de todo, una fanta que llevaba caducada 3 años en la bodega de esa casa de la que ya hemos hablado en otra entrada. La fanta que nos bebimos entre Cucaracho, Ross y yo no sabía muy mal la verdad, es verdad que estaba carente de gas, pero eso no nos importó, creo que todo lo malo estaba en los "sedimentos" del fondo de la botella.

Algo sorprendentemente divertido fue ver cómo Cucaracho, además de preparar las pizzas en el horno, no paraba de hablar y de hablar, aunque sólo de salsa. De salsa de pizzas ya que del otro tipo de salsa se encargaba McGatos, de eso y de Thug Life o como llenar tu móvil de aplicaciones absurdas. Luego llegaron Okapi, Keikko y Moe en ese orden y estuvimos tertuliando tranquilamente un rato mientras hacíamos tiempo para jugar al Dixit.

Por si alguien no lo conoce aún, el Dixit es un juego de mesa muy entretenido para jugar con amigos. No voy a decir más que luego esto no se lo lee nadie. Sobra decir que gané yo, pero por lo menos echamos un buen rato, todos menos McGatos creo, que no acababa de pillar la dinámica. Y eso que no perdió ni nada... ese papel se lo llevó Keikko que decía que le encantaba el juego. Aunque mejor se lo pasó Cucaracha riéndose sola con sus cartas.

Hasta ahí dura donde yo estuve en la fiesta, pero no me iré sin decir que Sancho y yo fracasamos en nuestro intento de gastarle una broma a Ross.

¡Hasta lueguín!

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