miércoles, 16 de octubre de 2013

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Una de vinos

Ayer pasamos bastante tiempo juntos, pero como no llevaba la libreta se me olvidan las cosas.... bueno, contaré lo que me acuerde.

Por la mañana Sancho y yo cogimos las bicis y nos dispusimos a ir colina arriba para tomarnos un donuts al final del camino, pero yo andaba flojo así que no llegamos, pero en vez de parar de montar en bici dimos media vuelta, y avisando previamente a Ross, fuimos a hacerle una visita. Después de hora y media montando en bici llegamos a su casa, subimos a por agua y su cara fue un cuadro cuando al abrir la puerta nos vio con las bicis ahí. Charlamos un rato de cosillas, le robamos agua, descubrimos que tenía un altavoz de la tele en la cocina y otro en el baño y nos contó que su YA 13 hamsters habían tenido crías, cuando las buscamos ya no estaban, se ve que prefieren comer bebés a comer kikos. Bajamos. Sancho se compró chuches y vimos una buena carnicería para próximas barbacoas y proseguimos nuestras andadas ciclistas.

Por la tarde, después de una corta siesta, Sancho y yo fuimos a buscar a McGatos para ir a comprar unos vinos y algo de picar para por la tarde. Mientras él terminada de hacer unas cosas de su trabajo, nosotros hurgamos en sus cosas, lo típico que hay en una habitación. Ya en el supermercado decidió McGatos que no comprásemos vino que él tenía un montón en la bodega. Pero sí compramos merienda y ayudamos al chaval a elegir los ingredientes para una cena especial que tenía. Pizzas de cuatro quesos, anchoas, jamón, e incluso salchichas. Todo muy rico suponemos.

Al llegar a su casa otra vez nos estaban esperando para la merienda Ross y Moe. Mientras ellos se tomaban unas fantas que les habíamos comprado, nosotros nos dedicamos a mirar entre los vinos caseros y no caseros que tenía McGatos, algunos desde 1994. Qué malos, el primero era agua roja, el segundo estaba muy picado y sabía a jamón, pero el tercero no estaba mal y nos quedamos con él. Sancho había cogido una coca-cola en la tienda para Ross que se la había pedido pero en la que ponía que la tenía que compartir con él. Todo muy azaroso por supuesto. Luego al hacer las bravas, Moe intentó bañarlas de tabasco en un ataque de ingeniosidad de esos suyos y lucho contra Sancho que defendió valientemente las patatas con un matamoscas en mano. Pues se nos fue la tarde entre conversaciones y chorradas y patatas y vinos picados.

Por cierto, hoy Sancho se ha pasado gran parte del día vomitando, algo tomó que no estaba bien. Un abrazo.

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