domingo, 11 de marzo de 2012

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Controlando emociones.

Al final siempre me lían para salir a cenar, y después a tomar algo. En fin. Fuimos al burger y nos encontramos otra vez con los frikis que quedan allí a jugar a yugioh y a sus gameboys, aunque esta vez eran menos. También estaban por allí los gitanos, con sus mejores galas, indescriptible....
Sancho y Sandalio se comieron cada uno dos longchicken y un crispychicken y menú gigante, vaya animales, normal que luego les doliese la tripa.
Después fuimos al café de siempre a que se pillasen un cachimba, y justo cuando digo que no va a haber entrada que la noche está siendo sosa, Okapi le choca los cinco a Sancho y éste sale despedido hacia el retrovisor de un coche que casi se carga.
Pues eso, cuando estábamos sentados pensando que pedir, nos dimos cuenta que el panorama era bastante triste, cuatro niños hablando de fútbol, dos viejas y tres parejas magreándose, y la cosa no mejoró, cada vez que alguien salía entraba otro grupo peor, y las chicas se quedaban siempre fuera. A todo esto, yo no vuelvo a ir a ahí y mucho menos a pedirme un café, ¡vaya asco!
Cuando estábamos con nuestras tonterías apareció una mujer con una libreta que iba de mesa en mesa hablando con la gente, y nos picó la curiosidad, hasta que Sancho empezó a hacerle señas y se vino a nuestra mesa a contarnos de qué iba.
Mujer: "Hola, estoy buscando a gente para unos talleres de inteligencia emocional, sirven para ayudar a controlar las emociones, ¿os interesa?"
Okapi: "Yo no acabo de entenderlo."
Mujer: (Explicación tediosa y bastante poco convencible sobre lo que era) "Os puede servir también para estudiar mejor y concentraros."
En eso que me mira a mi y me dice: "¿Por qué me miras con esa cara?"
Parece ser que la miraba como si fuera un bicho raro, pero la verdad es que a mi no me convenció absolutamente nada. Yo ya controlo mis emociones.
Con todo esto la mujer se fue pensando que le estábamos tomando el pelo, no era así, la que nos lo quería tomar era ella.
Pues nos fuimos pagando con gran dolor ese café tan malo, y Okapi seguía intentando convencernos de que fuésemos al concierto de Metallica; pero no, yo no me veo allí, no tengo ni una sola prenda de ropa oscura.

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